Esta semana se ha hablado mucho de San Valentín y por eso queremos hablaros de amor. Pero ojo, no del amor de pareja, sino del amor propio. Y de un sector económico que desde finales de los 70 sale del averno y experimenta una revolución gracias al feminismo: el negocio de los juguetes sexuales y de la masturbación en un sentido amplio.
¿Quiénes fueron las pioneras masturbándose?
Betty Dodson, una de las pioneras de los tupper sex, decía que enseñar a las mujeres a masturbarse era un trabajo de justicia social. Betty comenzó a dar talleres de “bodysex” en los que grupos de mujeres aprendían a conocer su cuerpo gracias a las estrategias que ella les facilitaba para llegar al orgasmo. Así, Dodson alcanzó un éxito arrollador desarrollando técnicas propias, como el “Rock and Roll de Betty”, que combina la estimulación del clítoris con la penetración vaginal, y líneas específicas de masturbación para parejas, mujeres embarazadas, hombres… Tenía hasta una línea de joyería: 90 dólares el colgante de plata con forma de clítoris interno. Y todo ello sin perder de vista su filosofía feminista.
Inspiradas por ella, muchas mujeres han emprendido en el sector de la erótica; entre ellas, dos iniciativas que queremos dar a conocer hoy: Los Placeres Lola y BS Atelier. Los Placeres es la primera tienda especializada en placer femenino en España, que abrió en el 2005 en el barrio de Lavapiés (Madrid). Sara Pérez, una de sus fundadoras, nos cuenta por qué crearon el espacio: “Hace 16 años las tiendas eran lugares oscuros en los que una mujer no iba a hablar abiertamente de su sexualidad ni a preguntar: oye, ¿qué producto es mejor para mí con esta cosa que quiero experimentar?”.
Mujeres emprendiendo en el mundo de la erótica
En el caso de Los Placeres, es llamativo cómo hasta la concepción del local ha cambiado. “La tienda tiene unos cristales enormes que no tapan lo que hay dentro porque lo que hay dentro no es malo. Nosotras queríamos sacarlo fuera, ponerle luz, placer, disfrute. De hecho, al principio se pensaban que era un herbolario, o que eran velas, o que era un restaurante. Nadie asociaba la luz, el color, a un sex shop”, aclara Pérez. Precisamente, en línea con esta filosofía y aunque ahora sus artículos también son para parejas, homosexuales y heterosexuales, en sus inicios se restringió la entrada de hombres en la tienda. “Tenían que venir acompañados para que nunca hubiera mayoría masculina, porque había que evitar que el espacio se convirtiera en un entorno hostil. Ahora han cambiado mucho las masculinidades”.
Pero no se trata de vender juguetes eróticos sin más. Uno de los primeros pasos dados por Sara y su equipo fue ofrecer talleres o tertulias: “Nos dimos cuenta que las mujeres no solamente querían venir a comprar, necesitaban venir a hablar, a preguntar dudas. Porque ahora hablamos abiertamente de esto, ha salido del armario, pero antes costaba mucho”. Otra idea interesante es que en Los Placeres cambiaron la terminología. “Un juguete sexual no es un consolador, y tampoco tiene que tener forma de pene. Nosotras hablamos de disfrutador”, afirma Sara, que deja claro que la educación sexual es una pata muy importante de Los Placeres de Lola, donde, además de juguetes y accesorios, puedes encontrar libros especializados en sexualidad femenina y exposiciones.
Uno de los aportes que han hecho las mujeres al sector de la erótica es promover un consumo consciente, respetuoso y empoderador. El sector de los juguetes sexuales ganó infinitamente cuando las mujeres entraron en él: no sólo en la forma de concebir las tiendas, sino porque empezaron a diseñar juguetes que eran estéticamente más agradables. Aquí es donde entran en juego productoras como BS Atelier, un taller valenciano que fabrica dildos artísticos y únicos. Beatriz Higón, una de sus fundadoras, nos explica cómo fueron sus inicios. “Empezamos investigando hace 14 años y nos encontramos un mercado donde las cosas más fantásticas eran delfines, gusanitos, sirenitas, etc., y pensamos que hacía falta una renovación. Hacer una pieza que no solo se basa en el placer físico sino visual, pensando qué dildo pondría cada cual en la estantería de su casa, que no se quedase guardado en el cajón de su mesita de noche”, apunta Higón.
Consumo consciente, respetuoso y empoderador
Pero no solo han desaparecido los penes con venas de antaño: también la industria del plástico y sustancias químicas como los ftalatos, altamente tóxicos. Ahora se usan materiales que son respetuosos con el medio ambiente y con el cuerpo, más ligados a la economía social y solidaria. “Decimos que las técnicas que usamos son artesanales porque hay una tradición del dildo, lo que pasa que no está en los libros de historia. Muchas veces escuchamos que se ha encontrado un extraño bastón de mando, un símbolo de poder y piensas que, efectivamente, parece un dildo. Por eso pensamos que el dildo tiene una tradición que nosotras recuperamos y modernizamos gracias a los materiales, sobre todo la silicona para uso corporal, que es biocompatible en contacto con zonas sensibles y atóxica. Además, nosotras hacemos todo: desde el diseño, el molde, el color, la higienización sin productos tóxicos y el empaquetado”, aclara la empresaria.
Además de estéticos y sostenibles, los juguetes de estas dos iniciativas empresariales también buscan adaptarse a los distintos cuerpos. “Más allá de la apariencia, tenemos variedad de dildos de diferentes formas y curvas, porque nos hemos asesorado con profesionales de la sexualidad que afirman que hay diferentes tipos de vaginas. Por ejemplo, hay gente que le molesta un dildo muy curvado y, por el contrario, personas a las que le estimula un montón. También existen diferentes modelos de satisfayer, ya que el agujero succionador que tiene puede ser más grande o más pequeño según la sensibilidad del clítoris”, apunta la diseñadora valenciana.
Feministas, ecologistas, artesanas… lo que está claro es que todas se enfrentaron a un sector patriarcal y por ello fueron decisivas las redes feministas a nivel internacional. “Buscamos empresas de mujeres y llegamos a Women Erotic Emporium, una tienda de Londres que abrió hace más de 20 años, y a otra en Berlín donde encontramos a una mujer que manufacturaba dildos artesanales”, cuenta Pérez sobre sus orígenes. Ella misma reconoce que ha habido mucho trabajo en el camino del emprendimiento, pero que ahora el perfil de quienes compran ha cambiado para bien, poniéndoselo un poco más fácil. “Las nuevas generaciones llegan con ideas muy claras sobre su cuerpo, sexualidad, prácticas sexuales, etc. Las veo a ellas y a ellos y pienso que han roto tabúes”, concluye Higón sobre este nuevo público mucho más joven e informado que ha llegado para quedarse y seguir abriendo puertas a los juguetes sexuales.
Si te ha gustado este artículo, recuerda que también hablamos de ello en nuestra sección mensual de Carne Cruda sobre feminismo y emprendimiento.